Susurros Claros

Hoy me he despertado, me he despertado de esa ensoñación estúpida en la que estaba, se me ha roto ese halo de divinidad que había dibujado a tu alrededor. ¿Pero cómo he estado tan ciega? Y yo… y yo que había confundido tus mentiras con silencios interesantes, tu ignorancia con locura arrebatadora, tu desprecio por el amor con traumas dolorosos, tu estupidez con gracia alocada, tu cinismo con  desconocimiento, tu fealdad con belleza abstracta, tu desorden mental con peculiaridad singular y única… mi gilipollez… mi gilipollez la confundí con amor. Y, ¡qué liberación, querido! Ahora que te veo tal cual eres, ¡qué liberación de mi alma! Te agradezco, o me agradezco a mí misma haberme inventado esta historia tan bella que yo viví, que ha despertado a las musas que adormecían en mi interior, que me han hecho conocer otra forma de querer, absurda y ciega como solo el amor romántico ese con el que nos intoxican desde niñas es capaz de hacer… ¡Oye, qué me ha vuelto a engañar cual pendeja estúp

¿Qué me hizo superar mis miedos, mi ego, mi orgullo herido, mi dignidad dogmática que me impedía aceptar que no te olvidé? Cuando creía que ya nada era salvable, cuando quise creer que nuestros caminos discurrían por separado, me di cuenta que cada célula de mi cuerpo me empujaba hacia ti, me di cuenta que el miedo a perderte era más fuerte que el orgullo dictador e intolerante de saberte con otra, de hecho era el imaginarte con otra lo que me hizo despertar como una bofetada de realidad, el apremiarme a buscarte y descubrir que la vida sin ti, parecía más oscura que una vida con tus broncas, con tus malos despertares, con tus agobios. Mirar a mi lado cada mañana y no verte, pensar que otra sería quien viera tus ojos cada mañana, me hizo descubrir que no merece la pena una mañana sin tus abrazos, una noche sin tu cuerpo a mi lado, un mundo sin charlas en la encimera, el sabor a tabaco y café, un mundo sordo de tu risa, de esa que hace que te salgan arrugas en los ojos y en la boca, un