Feminista y casada
Y de la creadora, “las feministas también nos casamos”, llega: “feminista y casada”. Pero ahora me enfrento a otro de mis miedos que conlleva este anillo que ahora adorna mi dedo y es cómo ser una señora casada (admito que el peso de esas dos palabras me pesa más que el anillo en el dedo) y mantener mi yo feminista, el cual vislumbro en mi mente como una ninfa de telas vaporosas que corre libre por un prado. Se de más que soy yo quien ha de crear y definir este nuevo yo, que nada ni nadie limita mis horizontes, pero como buena perfeccionista que soy siempre busco el error en mis palabras, la contradicción en mis convecciones, solo yo me pongo zancadillas. A mi ya marido le prometí en nuestros votos que me iba a dedicar a hacerme feliz a mi, para compartir mi felicidad con él, y en eso trabajaré en esta nueva etapa, porque bien sabemos ambos que si la Almudena oscura no está calmada y adormilada, nadie puede ocultarla, ni nadie puede acallarla. Pero he de reconocer que para mí el m