MATERNIDAD Y FEMINISMO
El feminismo vivido desde la maternidad. Como todo en mi
vida, convertirme en madre ha transformado mi manera de entender el feminismo,
y la vida en general. Reconozco que cuando leía a madres y/o las escuchaba
antes de yo serlo, mi cultura patriarcal me tenía engañada. Era de las que
pensaba en mi fueron interno, aunque no lo exteriorizaba, que ser madre era
algo que tú escoges y que como tal, tenías que cargar con las consecuencias de
esa decisión. Como si fuera un castigo. Tú te metiste en esto, nadie te obligó,
así que ahora se consecuente con tu elección.
Que visión tan ciega y machista, viniendo de una feminista.
Pero también he de reconocer que todo lo que yo había leído y estudiado hasta
ese momento me había llevado a pensar así. Había leído poco sobre la maternidad
en el feminismo, pero aquellas que habían escrito sobre ello, lo había hecho
desde una desesperación, angustia, soledad y dolor que me habían llevado a crear
un escenario de terror y de sesgo de libertad. Por supuesto que los relatos que
he leído como Iluminada de Mary Kerr, nacen de la necesidad de expresar su
desolación y dolor y es perfecto así, como lo es cada relato personal, y por
desgracia, la maternidad como cada decisión que una mujer tome en su vida es
juzgada, ridiculizada. Pero mi recorrido literario a través de
la maternidad me la habían dibujado como el lago oscuro donde te sumerges para
perder tus pocos privilegios como mujer moderna y nunca emerger, y es así porque
como todo, el sistema no nos lo pone fácil en absoluto.
También influye la maternidad que he visto en mi familia,
donde mi madre me ha expresado siempre el miedo que para ella supuso
convertirse en madre, a parte de atarla a una situación personal de la que no
sabia huir. Ello, como hija tal vez me hizo sentirme culpable y rechazar la
maternidad como algo más que unas cadenas.
Recuerdo también a Elena Simón hablando de la maternidad en
una charla, donde decía que ser madre para ella era solo una parte de si misma,
no una definición completa de quién era.
Es verdad que ser madre, no me define en mi totalidad, no es
mi única realidad y entiendo lo que decía Elena Simón de que no soy madre y
nada más, y por supuesto que no estoy más completa por haber vivido la maternidad.
Pero si que soy consciente que como el feminismo, o el veganismo, la maternidad,
hacen que la vida se mire desde otro prisma, mi realidad ahora se mide con
otras medidas, miras el mundo con un color y un punto de vista diferentes.
Pero si quería esclarecer que lo que nos contaron sobre la
maternidad, al menos mi experiencia, no nace desde la invisibilidad de mi
persona. Yo tengo la mala costumbre de que cuando alguien me relata de manera
indiscutible cómo debo vivir algo y qué voy a sentir, me siento retada a
demostrar exactamente lo contrario, llámalo cabezonería, deformación profesional,
o como quieras.
Creo que nos han repetido tanto aquello de que cuando te
conviertes en madre ya no eres tú, y que tus prioridades desaparecen como una
manera tal vez de decirnos de nuevo “cuida, ama, entrégate y no te quejes, olvídate
de ti, tu ya no eres importante”. Y si algo hemos aprendido, es que aquello que
no se dice no existe. Ser madre, no te hace desaparecer, tus inquietudes siguen
ahí, tus anhelos y deseos, tú en definitiva, sigues importando y siendo tan
valida como antes. Solo que una personita totalmente dependiente y tiernecita
se convierte en parte mayoritaria de esos deseos y anhelos. Y para nada es
malo, ni terrorifico, al menos no lo he querido sentir así. Sentir esa
maternidad, natural, dependiente, dolorosa también, extracorpórea y a la vez
tan parte de ti que es animal y brutalmente enriquecedora.
Esto no es más que otro relato más de las miles de maneras
de entender y vivir esta experiencia de maternar. No es más ni menos válido porque
es lo maravilloso de cada relato, que vivirlo así o no, es perfectamente válido
y nadie debe indicarnos como vivir nuestra maternidad. Forma parte indivisible
de ti, como tu carácter, tu forma de afrontar la vida… Ser madre es algo
personal, único y a la vez nos une con todas las mujeres que los son, desean
serlo o no. Todas viven una parte de la maternidad incluso si no desean serlo,
esa es su manera de afrontar la maternidad que forma parte de nosotras.
Feliz día a todas os escribo con la mano izquierda mientras sostengo
a mi cachorrilla con la derecha y le doy el pecho. Esta es mi manera de seguir siendo yo desde mi maternidad.
Me encanta, Almudena, esa forma tan sencilla y conmovedora en la que expresas, tu maternidad. Para mi fue también una experiencia maravillosa, compartida con esa persona tan especial con la que comparto mi vida, mi marido. Gracias por todo lo que compartes
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