Yo soy de ESAS

 Yo soy de esas.


Porque muchas veces me lo han preguntado, enfatizando la última palabra, “esas”. Nunca un adjetivo demostrativo fue más despectivo.

Definición de Esa: que está más cerca de la persona a la que se habla, que de quien habla. Lejanía, indica que está lejos de ti, que no tienes nada en común con el colectivo al que estás señalando. Como si “esas” fueran ajenas, invisibles, inexistentes.


Yo soy de esas.


De esas feministas radicales, que defienden un espacio para nosotras, una voz nuestra o miles de voces para definirnos o no, para gritar, quemar y romper. Como decía aquella madre mexicana a la que le asesinaron a su hija. Ella también formaba parte de unas de “esas” a las que muchas no queremos pertenecer. Pero que al final ESA, Yesenia Zamudio, es una de muchas que tienen el derecho a pelear porque el machismo, el sistema, le robó lo más preciado que una madre tiene.


Yo soy de esas.


De esas mujeres que hemos sentido miedo por la calle, una tarde de cualquier jueves, viernes o sábado, caminando por una calle solitaria al compás de unos pasos desconocidos.


Yo soy de esas.


De esas mujeres que ha presenciado conversaciones como las que se cuelan por el micro de una radio española. De esas que no se ha quedado callada cuando he presenciado comentarios despectivos hacia otra de esas, desconocida tal vez. E inmediatamente me he convertido en otra “de esas”, de las locas, las paranoicas que… “ni un piropo se puede ya decir”, “que poco sentido del humor”.

Porque esas conversaciones existen entre nuestros compañeros de trabajo, entre nuestros amigos, entre nuestros familiares. Y no, no es casualidad, si no CAUSALIDAD que un micro abierto lo captara, porque la estadística nos demuestra que cuántas habrán ocurrido detrás de un micro cerrado, para que se haya pillado una.


También soy de esas.


Que sigo luchando contra mis propias expresiones machistas y que caigo muchas veces en las trampas que como mujer el sistema me pone. Y me descubro a mi misma en contradicciones. Porque eso hace el machismo, se disfraza y se cuela entre las grietas de nuestro desconocimiento para que golpeemos sin piedad.


Yo soy de esas.


De esas que también lucha por las que señalan y se colocan en el extremo de la palabra “esas”. Porque también lucharía por ellas si un día desaparecieran, si un día fueran ellas las expuestas y señaladas. Porque lo hermoso del feminismo es que no se quiebra el sistema para unas cuantas, lo hacemos por todas.


Yo soy de esas.


Que no me quedo sentada cuando presencia una agresión machista en mitad de un hospital, y los centenares de personas que había allí ni se levantan a recoger a la mujer tumbada de un puñetazo por su marido mientras su hijo pequeño llora encima de su madre interponiéndose entre ella y ese que es su padre. Mi madre y yo fuimos de esas, las únicas, que como dos perros de presa nos levantamos por nuestra hermana tumbada, creando un muro entre ella y su hijo, y tras eso la multitud nos siguió.


Yo soy de esas, y muchas otras. Tengo demasiados “esas” escondidas en cajones que tal vez no pueda ni sienta que soy capaz de exponer. Porque aún tengo miedo del sistema, porque se qué hace la sociedad cuando te ve vulnerable, apaleada… he sido muchas de “esas” que no hubiera querido ser.


Yo soy de esas, ahora y más que nunca por mi hija, por mi madre, por mi abuela y mis ancestras. Por las que lucharon y por las que no, por las que no os sentís feministas, por las que no os sentís representadas, por las hermanas de aquí y de allí… Porque tengo tantas cicatrices que mi piel encallada, nunca callada, gritará siempre por esas, estas y aquellas.




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