Maternidad. Parte II.
22 de abril de 2020.
Parece que la maternidad se dibuja como una mezcla entre
ilusión, miedo y malestar generalizado. El cuerpo parece o al menos así lo
siento yo, que como un recipiente que está generando vida, está cansado, hostil
consigo mismo, te hace sentir una mierda. Pero yo soy algo más que un
contenedor de bebés, algo más que una incubadora, por importante que pueda ser
eso.
Como persona que no solo gesta un bebé, si no que gesta
sueños e incertidumbres…tengo miedo a los cambios que mi cuerpo está y va a
experimentar. Me frustra el pensar en no reconocerme en el nuevo cambio que mi
cuerpo esté preparando. En convertirme en alguien a quien no reconozca. No me
gusta pensar en una barriga prominente y pesada colgando de mí, me acongoja y
desconcierta que mi biología me permita fabricar alimento para mi criatura,
como una vaca fabrica leche para su ternero…. Imagino que es una manera
primitiva de reconocernos como animales. Pero mi yo del siglo XXI, no termina
de entenderlo mientras escucho charlas que me dicen lo hermoso que es crear
vida y aceptar los cambios de tu cuerpo.
Se que crear una vida es algo increíble, absolutamente. Pero
en este mundo de perfección fingida y vida socializada a través de redes donde
todo se idealiza, me parece cuanto menos complejo no sentirme atrapada en esa
tela de araña de cuerpos postpartos recuperados en quince días, mientras mi
mente, siempre en batalla conmigo misma me trae recuerdos de barrigas llenas de
estrías. Así como recuerdos cincelados en mi memoria fotográfica que me
acompaña desde los cuatro años, de todas las atrocidades que he escuchado
durante mi vida, de mujeres embarazadas, cuerpos deformados, cortes,
cicatrices...
No soy una desconsiderada, ni una desagradecida,
sencillamente tengo miedo, y quiero hoy reconocérmelo. Permitírmelo. Miedo a
castigarme, a mí y a mi cuerpo cuando me mire en el espejo. A sentirme un
deshecho por no ser perfecta o no estar delgada. Todos mis problemas físicos se
centran en eso, en convertirme en una madre de película de Pedro Almodóvar, con
pechos caídos y barriga prominente, desdibujada tras un loquero de colores
chichones, un moño despeinado y unas zapatillas de andar por casa, para terminar
de decorar la escena.
Asi soy yo, sufriendo por todo, antes de todo.
Almudena Claro.
Foto: La Bohème, Poesía Visual.
Comentarios
Publicar un comentario