PEZ CORREDOR
Solsticio de invierno que congela mi
alma. Hoy parece más de noche, el camino se desdibuja haciéndome dudar, ¿vuelvo
a estar equivocada? Vuelvo a creer que el destino, el futuro y mi miedo a la
soledad se ríen de mí, me gritan y me insultan entre carcajadas desde lejos,
señalándome con el dedo y dando a luz a ese sentimiento desmembrador que me
repite lo poco cosa que soy y lo poco que valgo. De nuevo las desilusiones y los
cuentos de hadas desvirtualizados me hacen resquebrajarme, todo unido a la desesperación que se esconde tras esas
paredes rojas de latón que parecen ser mi personificación de la frustración y
el fracaso, y es que se ve que 10 minutos son suficientes para valorar cuán
ingeniosa o ingeniera eres. ¿Será verdad eso de que seré un pez queriendo
medirme en una carrera de mil metros lisos, empeñada en sprintar con aletas?
A veces me siento perdida, bueno,
miento. La mayoría del tiempo me siento descolocada, que no es el estado tras
haber estado colocada, es un sentimiento estantería que intenta ser
frigorífico… y se me descongela todo porque tengo demasiado calor, demasiados
espacio para libros que no para carnes… Siento mi cerebro gritando canciones
que mi oído se niega escuchar, estoy desconectada conmigo misma, estoy
desenfocada con el futuro, será por eso de ser miope, que me viene desde muy
chiquita. Se me caen los sueños de tanto tiempo estar colgados o tal vez se me
ahorquen por desesperación.
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